La censura clásica es vertical y se ejerce desde el poder pero existe otro tipo de censura que aparece desde dentro de la comunidad que nos alerta de que la libertad de expresión nunca será tal, o por lo menos dependiendo del ciclo histórico en el que vivamos. Hoy en día, el ejemplo más palpable se observa en la red social X con la polarización de sus usuarios. Un sistema disuasorio que actúa de forma horizontal (entre usuarios) e implícita donde no hay crítica constuctiva y en el que se engendra ese censor dentro de nuestra cabeza que nos autojuzga antes de escribir cualquier tweet. Bien lo sabe y lo cuenta en «Arden las redes» y en «La casa del ahorcado», el escritor Juan Soto Ivars, estudioso de cómo algunas opiniones se silencian. Y eso es justamente, lo que su contexto social hace ver a Bella Baxter en (Pobres criaturas, 2023), un experimento del doctor Godwing Baxter; que mutó el cerebro del hijo con ésta, justo cuando, fue encontrada en una situación de muerte clínica después de su intento de suicidio estando aún embarazada. Observamos su evolución desde el principio; desde la desnudez mental y su estilo Kamikaze que caracteriza a un niño con cuerpo de adulto y que va encontrándose con los simbolismos muy explícitos de la sociedad marcada por sus reglas. La historia de Frankenstein es la base para mostrarnos los poderes del tabú y se determina con el uso técnico y recurrente en cámara del “ojo de pez”. El director, Giórgos Lánthimos (Canino, 2009) lo plasma a través de un mundo fantástico basado en la era victoriana y que dibuja un futuro postmoderno donde las clases sociales se alejan entre sí, hasta la barbarie.
Algunos críticos describen el film como una apología del feminismo pero es, más bien, de la herejía. El cuestionamiento del buen cristiano choca con la presencia explícita de amantes, la expresión pública de la masturbación, la naturalización de la prostitución o el descaro a emitir cualquier opinión antimoral. La herejía es la situación a la que se enfrenta Bella Baxter cada minuto con sus actos como bien lo describe Emilio Mitre; “la negación pertinaz, una vez recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica”. Si quieres contemplar una dosis de libertad, esta es tu película, no me cabe duda.